
Dice que le gusta estar sola. Este año va a probar como cantante.No soy una mina histérica" Dice que tiene "pocos grises" y que le gusta estar sola. Y que este año se va a probar como cantante. Retrato de una chica de barrio que sabe fotografiar. Silvina Lamazares slamazares@clarin.com No es disociación, precisamente. Es, cuanto menos, claridad para preservar a la persona del personaje. Legitimada como heroína de telenovela, sus fotos derrochan sensualidad y misterio. Pareciera la cuerda de la estridencia, como pintada de rojo. Más de uno la ha definido como una sutil `comehombres’. Pero, sin cámaras ni guiones, aparecen los tonos pasteles para pintar el perfil de una chica de barrio, que dice haber sido una nena varonera, que apuesta a la serenidad, que se refugia en la meditación, que llega vestida con un amplio pantalón de algodón y una camiseta, que no pretende sostener la magia de la otra imagen. En esa dualidad, bien manejada se intuye, se mueve Romina Gaetani. "Disfruto mucho de estar sola", dice su voz grave, antes de encontrar en sus tiempos de niña bonita las raíces de esa elección: "Cuando era chica tenía un estado, cómo explicarlo... Me gustaba estar en mi mundo, más allá de lo que pasara alrededor. Ese estado lo sigo conservando, y encuentro sanidad en eso. En la infancia jugaba con mis amigas y hacía las cosas que hacen todos los chicos, pero también me encantaba estar entre grandes. Por ejemplo, disfrutaba muchísimo de estar con las amigas de mi mamá. Me sentaba a la mesa con ellas y las escuchaba y yo me hacía mi película. Si hablaban en código nunca me di cuenta". A los 32 años, frente a una ensalada de arroz y a un puñado de recuerdos de su infancia en San Martín, repasa la época "en la que se podía jugar en la calle, donde aprendí a andar en bici o donde corría como loca cuando hacíamos ring-raje. Vivía en un barrio, pero barrio, muy cerca de una villa, La rana, en San Andrés, y así y todo no h a b ía p e l i g ro . C u a n d o f u i adolescente ya se empezaban a complicar las cosas y después terminamos mudándonos porque a mi papá lo secuestraron dos veces". El barrio, como concepto, se le cuela en cierta simpleza de las formas, en algunas definiciones con las que ensaya un autorretrato verbal, con los colores del caso. "La verdad es que tengo muy pocos grises. Soy lo que ves, transparente, para nada enroscada, no puedo caretear lo que siento... Y no soy una mina histérica. Al otro, creo, siempre le queda claro lo que me pasa, lo bueno y lo malo", reconoce una de las protagonistas de Botineras (a las 23, por Telefe), que debutó como actriz hace 12 años, en El rey David, la comedia musical de Pepito Cibrián. De ahí paso "a un bolo que hice en Verano del 98, después vino Chiquititas y enseguida llegaron las novelas de la tarde", enumera la actriz que el año pasado fue `la bella dama de Don Juan’ en la siesta de Telefe, con un rating por momentos superior a varios del prime time (horario central). Si bien asegura que "de chica contestaba que quería ser actriz y me formé para eso", también suelta que "este año quiero que el tema de la música deje de ser una asignatura pendiente. Hace unos años tuve la propuesta de hacer un disco, de armar una banda, y lo intenté, pero mi propia exigencia de hacer las cosas muy bien hizo que pusiera un poco el parate. Me di cuenta de que, aunque estaba estudiando, me faltaban algunas herramientas". Con doce años casi ininterrumpidos de TV y siete de estudios en Metafísica, comparte que "ahora me estoy replanteando un poco la carrera, no para dejar de actuar ni mucho menos, sino para hacer también otras cosas. Hace un tiempito tenía un proyecto para producir un periodístico y transitar ese mundo del otro lado de la cámara, pero surgió lo de Botineras y lo frené. Y, por otro lado, voy a animarme al canto, a perder el miedo y el prejuicio... Yo me crié escuchando música, mi viejo ponía mucho jazz y a través de los discos de mi hermano, que es más grande que yo, empecé a acercarme al pop y al rock. Creo que tengo como exquisito el oído... Para mí no hay mejor plan que quedarme en casa con un buen disco de fondo". Dice que sus padres "siempre están a mano, son buenos ejemplos para mí", que pide ayuda "cuando toco fondo", que "me desmorono rápido, pero me levanto rápido también", que está "lejos de los escándalos". Dice que a veces le "cuesta compatibilizar la energía de este laburo, muy asociada al ego, con el camino que busco a través de la meditación y la Metafísica. Pero la llevo. Es un buen modo de equilibrar. Andar por el camino espiritual es un viaje de ida que me emociona, siento que me hace más rica, que me permite ver cosas que antes pasaba por arriba", dice, franca, sin el maquillaje de la chica de las fotos.